La
espera puede ser esperar lo esperado mientras deseamos ser valientes
costaleros o nazarenos de tramos, puede ser azahar de naranjos o
incienso que se cobija entre nuestras manos como si de sólida sustancia
en Cuaresma fuera a tratarse.
Puede
ser parihuelas de ensayos cargadas de vigas para calentar a los que se
entregan en oficio o misticismo de besamanos entre capillas y un café
con torrija en ranciosveladores. Puede ser escuchar la voz de un capataz
golpeando
el martillo al cielo o llamando a un hombre para iniciar una chicotá.
La espera no se que es, puede ser función principal aquí o allá, mudá o retranqueo ya sea Triana o en el barrio de San Julián, puede ser paseos entre naranjos, subir la Cuesta del Bacalao haciendo nuestra la sensacional chicotá de un año atrás.
Puede
ser oler incienso sin que exista el aroma o cangrejear por la Alfalfa
como si ahí estuviera la legión de Roma. Puede ser Via Crucis o
conciertos de bandas que ambientan el año con cornetas de sentimiento,
puede ser María vestida de gloria o penitencia, o tertulia de cofrade observando un
DVD con lo que nos espera.
¿Qué
es la espera sevillanos? ¿Es azahar, es incienso o catedral? ¿Es
ensayo, mudá o chicotá? ¿Es besamanos, funciones o torrijas entre amigos
de verdad?
¿Qué es la espera? Sigue pudiendo ser tantas cosas, puede comenzar a 40 días o quizás comience cuando se escape irremediablemente el Domingo de Resurreción. Puede ser que el Giraldillo se enfaje ya o que el cocodrilo de la catedral se tome medidas para el antifaz. Puede ser rampa del Salvador, palcos en San Francisco o sillas viniendo por Tetuán.
La espera puede ser tantas cosas, puede ser tan variada, tan sentida.
La espera puede hacerse larga para esa semana pero seguramente, viviamos
la espera día a día durante más de 300 días.
Toca esperar...
Toca esperar...
Por, Juan Pablo Pozo
"Palabras de Azahar"
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